La casa Alangasí se concibe como un refugio en el campo para un cliente que piensa dejar paulatinamente su hábitat urbano. Ubicada en una zona periférica de la ciudad de Quito, esta casa de 110m2 articula muros portantes de ladrillo, que soportan la estructura de madera de cubierta con revestimiento de teja.

Se resolvió una casa de muros de ladrillo portantes pues el cliente requería de cierta seguridad y protección brindada por la arquitectura. La casa está implantada en lo alto de una pequeña colina por lo que está expuesta a la vista y a los vientos de la zona. Así, la masa muraria con vanos o aperturas acotadas protege los interiores del clima agreste y de miradas indiscretas.

La materialidad del ladrillo cobija los interiores de la casa. Pero al mismo tiempo pliegan al recibir la cubierta, minimizando el impacto de la arquitectura en la geografía. Una geografía existente que pliega también, pues la cordillera andina es una formación joven, en gestación, llena de vida. Así, si bien en un principio el cliente quería una casa tradicional con elementos como el ladrillo y la teja, la propuesta se articula tomando como una de las principales referencias los ‘pliegues’ del paisaje.

Una pequeña pergóla exterior trabajada en madera y vidrio, continúa los pliegues de las cubiertas de la casa e invita al descanso exterior. Esta zona fue intervenida posteriormente por el cliente como una zona de muchas plantas, un pequeño vivero para uso doméstico. Así esta parte de la casa se convierte en un híbrido jardín/casa.

Acabados sencillos terminan de vestir la casa: piso de cemento alisado, muebles de cocina y baños que aprovecha el material restante de la estructura de cubierta ayudan a lograr interiores cálidos a un muy bajo presupuesto.