En colaboración con Aquiles Jarrin.

Museo Archivo de Arquitectura Quito Ecuador

La obra interviene un espacio paradigmático de la casa: el Patio central.Se construyen 30 escaleras con ramas de eucalipto recogidas de un bosque. La forma de cada una es irregular ya que es determinada por la diversidad/heterogeneidad de sus partes.Estas escaleras a partir del vacío de donde aparecen (el patio), empiezan a interactuar con las paredes, vanos, entradas y salidas de la casa posibilitando diversos recorridos e interacciones imaginarias con los visitantes

Desplazamientos: hacia ninguna parte.

Texto a propósito de la obra de Daniela Alcívar Bellolio

Plantear un desplazamiento al vano, al umbral, al intersticio: en el mundo funcional que llevamos siglos construyendo para agudizar la neurosis de la productividad, la emergencia de un espacio -el patio de una casa que es un museo que es un archivo que es un plano- lleno de frágiles estructuras que no llevan a ninguna parte. La propuesta es -para no usar la manida y por lo general exagerada palabra revolucionaria- provocadora, sugerente, evocativa. Estas escaleras no llevan a ninguna parte. Tampoco tolerarían el peso de ninguna persona, y para su construcción no se emprendieron las capitalistas tareas de la tala y la alienación de la materia en su plusvalía. Más bien, como recolectores de épocas perdidas, extintos como los animales que habrán sido testigos de esos cuerpos ocupados en la observación de los suelos y los cielos, los imaginadores de esta instalación fueron recogiendo ramas caídas de eucalipto y con ellas crearon escaleras para fantasmas: frágiles, inconducentes, quebradizas tal vez -no lo sabremos-, solitarias.

Desplazamientos a ninguna parte: una laboriosa necesidad de no llegar a ningún sitio, un movimiento quizá erótico como lo es todo juego, inútil, desapegado, hasta tierno. Se apoyan en las paredes silenciosas estas estructuras soberanas, despojadas de fin(alidad), singulares, tranquilas. Hacia ninguna parte.